CARLOS MENÉNDEZ
En mi niñez practiqué la pelota mano o pelota vasca. Hasta los 12 años, En mi adolescencia el boxeo de forma breve, Mi primer contacto con el gimnasio fue a los 14 años por un breve periodo, pero nada más ver al propietario y sentir la sensación que me produjo el entrenamiento supe desde ese momento que eso era lo que quería, convirtiéndose en mi pasión hasta el día de hoy y puedo asegurar que hasta el final de mis días.
Tengo un sueño y es… morir estando en forma y sé que así será.
Inicialmente, fueron los cómics lo que me hizo llamar mi atención por los físicos musculados, ver que el dueño del gym era como ellos cambió una fantasía por algo que evidentemente podía ser real.
Mi destino ya estaba decidido.
A los 17 años regresé al gimnasio para no dejarlo jamás
A los 20 años participé en mi primera competición como junior obteniendo el 2º puesto y competí prácticamente de manera ininterrumpida hasta los 30 años.
Estuve retirado durante 14 años, pero nunca dejé de entrenar.
A los 41 años tuve un accidente mientras llevaba un camión en el que fui embestido por un tráiler casi de frente en el que me luxé 2 vértebras cervicales que seccionaron parcialmente algún nervio que a día de hoy es irrecuperable, lo cual me dejó algunas secuelas como atrofias musculares y menos fuerza en todo mi lado superior derecho.
Tuvieron que operar, colocar y fijar las 2 cervicales.
El primer año fue muy duro, fundamentalmente por la lentitud de respuesta por la falta de estímulo neuronal.
El segundo año fui progresando todavía con dificultades, pero ese progreso aun siendo leve fue suficiente para fortalecer mi confianza y no desistir.
El tercero logro tener resultados, pero siento que no era el mismo de antes, así que decido prepararme de nuevo para competir y de alguna manera volver a tener el entusiasmo de una meta y así darle más empuje a mi objetivo de volver a ser lo más parecido a lo que siempre fui.
Tenía claro que quería recuperarme por completo a pesar de las secuelas, sin embargo, el detonante para decidir volver a competir fue una fea crítica a mi mejor amigo en la cual le decían que jamás volvería a ser el de antes, que había acabado competitivamente.
Eso me enfureció enormemente y al preguntarle a mi amigo que había respondido me dijo…
yo, conociendo a Carlos como lo conozco, no solamente volverá a ser el de antes, sino que incluso se superará a sí mismo.
Esa respuesta explotó dentro de mí y pensé…. Así será.
Mi amigo reforzó mi carácter porque él, si me conoce.
En total tardé 3 años y medio en recuperar mi forma de competición desde el accidente.
Catorce años después regresé a la tarima de competición presentándome en el campeonato de España IFBB en la categoría Master a la edad de 44 años.
Existía la posibilidad de ganar cuatro premios de los cuales conseguí cinco.
Me explico, gané mi categoría, gane el absoluto, gane el trofeo al mejor posador, me otorgaron la plaza para representar a España en el campeonato del Mundo(mi primer campeonato mundial, algo que nunca hubiese soñado)y ese día conocí a la mujer que compartió conmigo mis penas y alegrías, mis derrotas y triunfos y mi vida en toda su esencia durante doce años.
Trabajé e hice todo que se supone que se debe de hacer para obtener el mejor resultado.
Estuve totalmente enfocado en ello y además de mis pensamientos, también visualizaba cada día, mientras me dirigía al gimnasio, el resultado hasta el punto de emocionarme y no contener mis lágrimas.
El entusiasmo me invadía solo de pensar en retomar mi camino de nuevo.
Camino que nunca debí de dejar, aunque soy de los que opina que las cosas ocurren porque así debe ser.
Algo debía aprender en ese paréntesis y así fue. Aprendí mucho.
Mejor no pudo ser así que la motivación fue tal que competí durante los trece años siguientes, parando solo en el 2011,año en el que reformé e inauguré mi gimnasio.
En el 2021, mientras preparaba revalidar el título de Mister Universo, me diagnosticaron un Linfoma de alto riesgo.
Un tipo de leucemia que me afecta a los huesos, lo cual me obliga a pasar 10 meses totalmente inactivo hasta que me dicen que el tratamiento ha funcionado y la enfermedad ha remitido.
Vuelvo a mis entrenamientos y ocho meses después, estando de nuevo en una forma física fantástica, la enfermedad se reproduce de nuevo y tengo que repetir un nuevo tratamiento con quimioterapia y además me hacen un autotrasplante de médula ósea.
Este tratamiento resulta ser más duro que el anterior, pero al ser diagnosticado de forma casi inmediata la inactividad dura tan solo 6 meses.
Inicialmente, tardan tres meses en averiguar lo que tengo y cuando lo hacen está muy avanzado.
Tanto que me comunican que de no empezar con urgencia no me dan más de 2 meses y que aun así el tratamiento indicado para mi caso en particular tiene un porcentaje de éxito muy bajo.
Evidentemente, entré en shock esa tarde y el día siguiente y durante la siguiente semana acepto y asumo que puedo morir.
Pasada esa primera semana algo en mi mente me dice que si hay una pequeña probabilidad de sanar yo estaré en ese porcentaje.
Además, me digo a mí mismo que mis ancianos padres no me pueden sobrevivir, pues sería la peor noticia que cualquier padre o madre pueda recibir en esta vida.
Nuevamente, el tratamiento funciona y me recupero.
He vuelto a retomar mis entrenamientos y cinco meses después ya tengo un aspecto envidiable.
No son los 94,95 kilos que solía pesar habitualmente, pero los 80 kilos que peso en la actualidad hacen que me vea genial, pues, como siempre, mi nivel de grasa es bajo y en general, ahora muchos de mis alumnos y alumnas me dicen que estoy incluso mejor, que antes era más ancho que alto y parecía un armario.
Sonrió y me lo tomo como un cumplido, aunque a aquellos que nos gusta la masa siempre nos parezca insuficiente.
Mi deseo era haber competido una vez más y descansar, entre comillas,2 años para volver a la categoría de más de 60 años.
Si las circunstancias lo permiten, tan solo lo aplazaré un poco más, quizás, o tal vez el mensaje que he recibido es que llegó el momento de disfrutar de muchas de las cosas que tuve que privarme durante tantos años, no sin por ello seguir disfrutando de mi pasión.
Si el accidente me dio una lección y aprendí de ello, esta enfermedad ha cambiado toda mi forma de ver la vida, de ver a las personas y al mundo en general.
Sé, como todos sabemos, que la salud es lo primero, la familia y los amigos(amigos con mayúsculas, no confundamos porque de esos escasean más que el agua en el desierto) vendrían después y lo tercero y no menos importante es el tiempo, porque es irrecuperable.
Muchos dirán que lo del tiempo también lo saben, pero realmente uno no llega a ser del todo consciente o iluminado, como diría yo, hasta que se llega a una edad en la que ya es demasiado tarde o cuando te enfrentas a la muerte cara a cara.
Saber que si leer esto le basta a una sola persona para motivarse y mantenerse firme en el propósito de conseguir sus sueños o metas, me daré por satisfecho.